En un estupendo ático de los años 70 una pareja joven quería crear un área donde el centro de la vida fuera la cocina. Un espacio de encuentro para la familia.
Para ello, el interiorista Héctor Elizaga con la colaboración del equipo de Sagaseta bulthaup, decidió unificar varias estancias pequeñas en una gran cocina-comedor.
Ganando espacio a un patio interior, el proyecto aprovechó su lucernario para que esta nueva área estuviera inundado por la luz natural. Y paralelamente, se creó una acogedora zona para desayunos acompañado por un panelado de madera oscura.
El resultado es una estancia para una familia que no busca llenar un espacio sino vivirlo.